Francisco afirmó que «la muerte no es un derecho que pueda ser programado»

Redacción
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La referencia del Papa se dio a horas de que la Cámara de Diputados italiana empiece a discutir un proyecto de ley denominado «de fin de la vida» que busca regular el suicidio asistido.
El papa Francisco afirmó este miércoles que «la muerte no es un derecho» que pueda ser «programado», durante la audiencia general de este miércoles en el Vaticano en la que se mostró contrario a la eutanasia en medio del debate que se inicia en el Parlamento italiano para discutir una ley sobre el «fin de la vida».
«La muerte no es un derecho, no podemos programarla, tampoco evitarla. Toda persona tiene derecho a la vida, a los cuidados médicos y paliativos, para afrontar la muerte de manera más humana», aseguró el pontífice en su tradicional catequesis semanal en el Aula Pablo VI.
La referencia del Papa se dio a horas de que la Cámara de Diputados italiana empiece a discutir un proyecto de ley denominado «de fin de la vida» que busca regular el suicidio asistido y cuando se impulsa un referendo para aprobar la eutanasia.
Durante su catequesis, el Papa – que no usó las palabras eutanasia ni suicidio asistido – se mostró de modo contrario «a causar o a ayudar a cualquier tipo de suicidio».
«En efecto, la vida es un derecho, no la muerte, que hay que aceptar y no administrar. Y este principio ético concierne a todos, no sólo a los cristianos o a los creyentes», enfatizó.
En ese marco, el Papa aseveró que «tantas veces se ve que a los ancianos que no tienen medios les dan menos medicina de las que necesitan. Esto es inhumano, esto no es ayudarlos, es empujarlos más rápido a la muerte».
«Esto no es humano ni cristiano», insistió.
Para Jorge Bergoglio, «los ancianos deben ser cuidados como un tesoro de la humanidad: son nuestra sabiduría, son el símbolo de la sabiduría humana, son los que hicieron camino antes que nosotros y nos dejaron tantos recuerdos y cosas bellas», describió.
«Por favor,, no aíslen a los ancianos, no aceleren su muerte. Acariciar a un anciano tiene la misma esperanza que acariciar un niño: el inicio de la vida y el fin son siempre un misterio que debe ser respetado, acompañado, cuidado y amado», agregó.

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